martes, febrero 28, 2012

Cocina

La cocina es el alma de una casa.

En el momento en que entraste a la cocina de alguien sin pedir permiso, y usaste algo sin que te lo dieran, acabás de formar parte de la vida de esa persona. Y esto es porque la cocina es el templo de toda una ceremonia: el ritual de alimentar.

Salvo tal vez la cultura yanqui y la de las "familias-video-match", en el resto se da que una simple comida implica mucho más que eso. Comer no es lo mismo que alimentarse, y normalmente, durante las comidas, hacemos más que comer. Unos cocinan con amor y hacen un servicio, otros ponen la mesa y colaboran, todos comen y disfrutan, y charlan, algunos juntan las cosas y ordenan, otro lava, otro seca, y toda una cooperativa orquestada en un placer se forma de la nada y en concierto tácito. El café y la sobremesa es el punto cúlmine. Dime cuánto dura la sobremesa, y te diré que tanto se quieren sus integrantes.

Entrar a la cocina de otra persona es como ver a una madre amamantando; es como leer por sobre el hombro del autor el borrador de un libro. Es desnudar la cotidianeidad.

sábado, febrero 18, 2012

jueves, febrero 16, 2012

Tacos y tarta

Estando en Trenque hice una tarta de manzana. Fue un par de días antes del cumpleaños de mamá, y algo así como una semana después de que a mi abuelo le entraran a robar y terminara con la cabeza como melón de práctica quirúrgica.

Bajé a comentarle al abuelo, y a preguntarle si tenía tiempo para aprender a hacer las tapas de tacos, que hacía rato venía pidiéndome que le enseñara. Cuando le dije de la tarta hubo algo así como comentarios sobre los genes, y dejar un legado. Y me abrazó. Fuerte, fuerte. Por un rato. Y por un momento, pensé que iba a largarme a llorar. Estoy bastante segura de que los dos teníamos los ojos brillosos cuando nos soltamos.

Ese abrazo fue como un estruendo de subtexto. El tema general era la mortalidad, supongo ahora en frío. El tuvo la suya estampada en la frente a golpes. En los matices estaba el alivio de vivir, y detrás la noción esa de que está grande, y que tal vez un día no pueda pelearle a la parca de tozudo y a los tirones. Fue un puñetazo al estómago que se sentía más arriba, en el pecho.

Esa noche cenamos tacos. Y de postre tarta de manzanas.

miércoles, febrero 15, 2012

El Barón de Münchausen (Rudolf E. Raspe)

El barón nos cuenta sobre aventuras de viajes, de caza y de guerra. Como la vez que cabalgó una bala de cañón, las dos veces que fue a la luna, o cuando usó las estrellas que los golpes en la cabeza producen para encender su carabina.

Este libro fue una joyita. No puedo esperar a leérle en vos alta a mi abuelo los primeros cinco capítulos. Verán, el es un cuentista, del tipo que convierte una anécdota en leyenda, y digo que si él y el barón se hubiesen conocido habrían sido grandes amigos. O encarnizados competidores.

La calidad de las historias baja dramáticamente después de las primeras cinco partes. El prólogo nos cuenta que sólo estas fueron compiladas por Raspe, que transcribió y organizó las aventuras que el barón relataba a sus invitados durante fiestas y cenas. El resto fueron agregadas años más tarde por editores. Aún son fantásticas y exageradas, pero carecen de la simpleza e ingenuidad en la narración que resulta tan encantadora al principio.

Por supuesto, ésto no las hace menos entretenidas, y terminé todo el volumen en un par de horas al sol, riéndome como una loca. Lo que habré parecido.

Consíganselo y léanlo en los minutos muertos en subtes, colectivos, colas de trámites. Las historias son así de cortas y entretenidas. Y de paso pueden divertir (o asustar) a los aledaños con sus carcajadas.

martes, febrero 14, 2012

lunes, febrero 13, 2012

Fail

Facultad de sociología.

Tronchas en un semi-rodete. Tostada. Blusa de bambula de colores brillantes, elegantes y de calidad. Pollera larga de lana super fina marrón. Ojotas.

Y en el medio de Buenos Aires, a pasos del subte y mil paradas de colectivo, llega en un auto con patente de éste año.

Estrepitosamente fallido intento de disfraz de hippy.