miércoles, noviembre 19, 2008

Once upon a time




Nuevo blog agregado a los links. Está en inglés. pero las acuarelas y bosquejos caricaturizados de este flaco son buenísimos. Lucas, éste es especial para vos.

domingo, noviembre 16, 2008

Principio de inercia

Puedo estar interminables horas despierta. La noción de pasar una noche sin dormir y seguir funcionando al día siguiente no me es ajena ni me resulta horrorizante. 24, 32, 36, 40 horas son trechos relativamente normales para mí en épocas de parciales, entregas o finales.

No es algo que haya nacido de forma forzada debido a las presiones de la facultad, sino algo que siempre fue parte de mi naturaleza, desde los tiempos en que con mi hermano jugábamos a quedarnos despiertos hasta el amaneces compitiendo en torneos de juegos de mesa: 1 punto por cada juego de ajedrez, canasta, chin chon, escoba, back-gammon, damas, damas chinas ganado. Las horas pasaban rápido, y el sonido del diario siendo empujado por el canillita a través de las endijas de la ventana anunciaba que alba estaba cerca. Con entusiasmo nos trasladábamos de la pieza al living, orientado al este. Ver el amanecer era la meta.

Hoy, con metas más serias, agradezco esa facilidad, esa resistencia al sueño. Esa resistencia. Porque así como puedo estar despierta muchas horas, también puedo dormirlas. He llegado a torrar más de 20 horas seguidas sin despertarme, sin necesidades, sin problemas. Como si me cuerpo entrara en un estado de hibernación.

A esta resistencia mía a cambiar de estado la he calificado de inercia: si estoy despierta sigo despierta, si estoy dormida sigo dormida. Pero no se aplica sólo a estas dos actividades. Si voy a nadar dos días seguidos, es probable que vaya a nadar todo el verano. Si hoy leo un libro, mañana leeré otro, y pasado otro, y el día siguiente otro. Si hoy no hago nada, mañana tampoco tendré ganas de hacer nada. Si hoy corro todo el día, mañana sentiré la energía para volver a hacerlo. Hasta que una fuerza externa me obligue a cambiar de estado, de actividad.

En ciertos aspectos, es beneficioso, este reinado que tiene sobre mí la primera ley. Una buena rutina puede armarse fácilmente. Pero, como contracara, también una mala. Y mis largos ciclos de inercia molestan a veces a la gente que convive conmigo.

domingo, noviembre 09, 2008

Como agua para chocolate

A riesgo de que más de un argento mal pensado se ría, mis mejores momentos pasan por la cocina.

La cocina de mis tías, donde aprendí los secretos de la familia, de la preparación de confituras y el horneo de tortas. La cocina de mi casa, con la hornalla siempre prendida bajo la pava, el horno roto, la mesada llena. La cocina de mis amigas en la anticipación de una cena-fiesta-reunión.

Y por sobre todo, la cocina de mi abuelo, siempre grandes, siempre en calma, con esa sabiduría y paz que dan los años y el saber que se está donde se debe. Porque ahí aprendí sobre la paciencia, y a volver a empezar si (y cuando) algo (o todo) sale mal. Y a cocinar con amor.

Porque desde la receta a comprar los ingredientes, a cortar y preparar y luego cocer, todo el ritual es una tonada pacífica y sin pretenciones, que olvida todos los problemas de mundo. Preparas para otros, y es un acto de cariño y sevicio.

Como en el libro "Como agua para chocolate" desde la receta y la comida se cuenta la vida, desde cada cocina en que estuve puedo recordar la mía.