Cenamos en el patio de la casa de mi tío. Unas gotitas molestaron pero no llegaron a aguarnos la fiesta.
Con algo que era más lluvia que amague, y las abuelas adentro con los amigos, nos comimos el postre con unas cervezas.
Brindis, mantecol, estrellitas. Unas cervezas más en el patio. Y mi celular que no sonaba.
Llamada, despedidas, besos. Una vuelta larga para llegar a lo de Caro.
Una conversación apacible para matar el tiempo.
Una vuelta por Coco. Encuentros, saludos, algunas peinadas, y una pasada por la puerta que de tan apretada nos dejó a todas girando sin entender nada ni encontrar a nadie.
Un poco de cel en la vereda, reencuentro y vuelta.
Unos mates de desayuno en casa algo raros, con todas cansadas, la Negra enojada y mi hermano algo en pedo dormido mirando tele.
Almorzamos con los abuelos, todos con pocas horas de sueño y la mitad del hígado con paro en las funciones. Fiambres, ensaladas, sidra, champagne, chocolates y nueces. Mucha sobremesa y una siesta con esa sensación de pasividad que te da un estómago muy lleno.
Fue la Navidad más apacible de mi vida.
jueves, diciembre 28, 2006
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