miércoles, julio 26, 2006

Luz del alma

No sé si alguna vez lo aclaré: Estudio Arquitectura (sí, me piace con mayúsculas).

Cierta vez un buen profesor nos recomendó que nos impregnáramos de arte. "Miren cuadros, vayan a exposiciones, vean obras de teatro, escuchen música, buena música, vayan a ver un ballet, garabatéen mientras hablan por teléfono, recorran ferias...".

Toda mi vida he estado al acecho de la belleza del arte, consumiéndola en todas sus formas y en cantidades industriales (valga la trillada expresión). Me levanto temprano o me acuesto tarde para ver amaneceres, leo todo lo que cruce por mis manos, voy a museos, veo películas y shows de Les Luthiers, escucho música, mucha música, todo el tiempo. Sonrío y entorno los ojos, y me concentro para ver lo bello de lo que veo. Con el tiempo se me ha hecho un hábito, y sonrío mirando a la gente en el colectivo, una hoja, un edificio.

Todo ese arte... según yo lo entiendo, a la larga se te queda pegado algo de polvo de magia, una chispa. Es como si te acercaran un montón de llamas a la mecha que tenés escondida por algún lado. En algún momento algo te toca, y la mecha se enciende, y podemos convertirnos también en luz, una bomba de tiempo.

Cada vez que encuentro algo especialmente mágico, algo se mueve adentro, como un dragón que estirara las alas en mi pecho. Sé que el golpe pasó cerca, y que la mecha está encendida, y aunque muchas veces se apaga sin mayores, ya va a pasar alguna vez. Ya va a ser mi turno de iluminar.

lunes, julio 17, 2006

Pienso, luego existo?

Estando en casa tengo mucho tiempo libre. Reparto el tiempo como se me canta, y me gusta. Aún cuando después me quiera darme la cabez contra alguna pared por haber perdido tanto el tiempo. Es la historia de mi vida, es como soy.

Estoy de vacaciones, tengo tiempo libre. Duermo, salgo, leo, me amodorro y me dejo mimar. Sobre todo, pienso. Pienso todo el tiempo: mientras bailo en las salidas, mientras como, mientras me amodorro, mientras me dejo mimar. A veces pienso hasta cuando duermo, y cuando me despierto recuerdo lo que pensé en forma de sueños.

Ahora escribo y pienso. Pienso en que tengo que ir a ver a mis tías y darles muchos besos, en que me olvidé de llamar a la abuela de Flor para desearle felíz cumple, en que mañana tengo que sacar el pasaje para baires, en que el martes tengo que armar mi bolso y que tendría que hacer una lista de todo lo que prometí traer para no olvidarme nada, en que le tengo que ayudar a Flor a estudiar, en que pensé que se había olvidado pero no, en el almuerzo del día del amigo, en que quiero partir este teclado al medio porque ya me está cansando tener que apretar las teclas como si de una máquina de escribir se tratara, en la invitación que tengo a Mardel pendiente, en que tengo que conseguir el numero de celular de mi prima, en que es increíble que una nena tenga celular, en mi bolso que vino a reventar y tiene que volver peor, en el futuro, en el presente, en el pasado.

Mi cabeza no para de girar. Escucho una buena canción y canto. Y sigo pensando.

Quién sabe. Capaz que alguna vez sale algo bueno de todo esto.


Banda Sonora: Norah Jones - Don't miss you at all

viernes, julio 14, 2006

Abuelos y abuelas

Leía este post y pensaba en mis abuelas, que de alguna manera no son del todo abuelas. No sé si se entiende del todo, pero es así.

Mi abuela paterna es una mujer de 65 con un cuete en el culo, y yo soy tranquila como el agua. Es muy lindo viajar con ella, pero nunca tuve una relación de apego importante como mi prima. Puede que sea porque lo normal para las madres es encargarles sus chicos a sus propias madres cuando tienen que hacer algo, y que no haya pasado el suficiente tiempo de chica con ella para "pegotearme". O porque sí, porque era así como puede llegar a ser nuestra relación. No puede ser mi abuela porque se parece más a una tía frenética.

Mi abuela materna es bipolar. Mis primeros recuerdos de ella son tan opuestos como las fases de su enfermedad: Salir a pasear con ella, las "ranchaditas", mi abuela con una chancleta en la mano, lista para darnos una paliza a mí y a mi hermano, Fran y yo escondiéndonos detrás de un ropero para que no supiera que estábamos en la pieza... De chica intuía estas contradicciones que me hacían balancearme entre el amor y el odio de forma constante. De grande me volví neutral. Neutral como es una desconocida. Hace tiempo que descubrí con dolor que en mi mente no sé separar que es mi abuela y qué su enfermedad. Decidí por ende descartar el asunto.

Tengo otra abuela, que no es abuela pero que para mí es más que las otras. Me pasa recetas, me cuenta historias familiares, me presenta parientes lejanos, me mima, me abraza y se deja mimar, abrazar y cuidar por mí.

Mi abuelo paterno es un ente. Un nombre que cada vez que ronda la casa implica un mini (y ni tanto) caos momentáneo. Mi único recuerdo de él de la niñez es de una vez que vino a casa para navidad y de regalo me dio un Papá Noel que caminaba si le dabas cuerda. Mamá tuvo que decirme que era el abuelo. Mi viejo no estaba por ningún lado.

Mi abuelo materno fue uno de los héroes de mi niñez. Dolió crecer para ver sus defectos, y me dio mucha satisfacción descubrir algunas cosas geniales que no sabía o no me daba cuenta. Con él aprendí a ser paciente mientras me enseñaba a cocinar. Y ordenada. Y limpia. Y laboriosa, pero con gusto, como sólo los chicos jugando a trabajar lo pueden ser.

Pero igual soy un bicho raro, porque todos mis abuelos están vivos, y encima tengo una bisabuela, y tías abuelas, y tías bisabuelas... Toda una gama para encima elegir abuelas postizas. Y abuelos no necesito más. No me puedo quejar.

Banda Sonora: Wind cries Mary - Jamie Collum.

jueves, julio 13, 2006

Maateeee

Al fin estoy en casa. Tengo por delante un mes de vacaciones interrumpidos sólo por tres días de trámites en Baires (la UBA y sus confirmaciones de reconfirmaciones y sus profesores putos de siempre...).

La venida no fue del todo gratuita (no, el pasaje sí fue gratis... cuac). Tuve 3 días de ansiedad antes. Comía y me descomponía, y tuve un ataque de limpieza de limpieza de esos fulminantes (todavía me duelen todos los músculos). En fin...

Viniendo en el colectivo "hice" tres "amigas". Parloteamos todo el camino, o casi. Pasando Luján, y con algunos paquetes de masitas en nuestro haber, nos encontramos con que ninguna tenía mate. El que me diga que el mate no es una adicción argentina peor que fumar no toma mate.

Sabi deliraba con encarar a una vieja con su nieto con equipo para ver si no nos convidaba uno o dos, pero lo suyo fue todo ladrar y no morder. Las 4 nos reímos de su chiste-locura. Yo consideraba las posibilidades.

Después de la cuarta masita, la gaseosa que tenía me aburrió. Me levanté de mi asiento con mi paquete de bizcochitos de grasa.

"¿No nos convida con un mate? Trajimos masitas para compartir."

La mujer me terminó dando el equipo de mate con el termo a la mitad porque no tomaba más.

Después de las risas y los aplausos:

"Esto es lo que te hace Buenos Aires."
"¿Extrañar el mate?"
"No, caradura."