Anonimato

Acabo de madar un mail, y me acordé de la lista de gente a la que debo otros. Entre todos, una se destaca, porque marca una etapa, o la bisagra entre dos, depende de cómo se quiera mirar la cosa. Ella vive en españa, y no me conoce. O en realidad, me conoce (o mejor en tiempo pasado) demasiado, gracias a el maravilloso invento que es internet, las salas de chat, el e-mail y el msn. A ella, única en su época, le dije todo, y ella inspira esto.

La maravilla más grande es contarle hasta tus últimos secretos a alguien que no te ve la cara. El anonimato borra todas las inhibiciones. Para qué mentirle a alguien que no puede afectarte, a alguien que no querés, a alguien que no te juzga. Es como un diario íntimo interactivo, más cálido y sin los riesgos de que alguien lo encuentre, o que uno sienta vergüenza al leerlo más tarde. No queda ninguna prueba, ningún rastro, nada. Es la última versión de la consulta psicológica, sin el título ni el conocimiento, pero gratuita y sin las molestias de aceptar la idea de ver a un "loquero".

Yo tuve la necesidad de ese descargo durante mi adolescencia. Ni mis "diarios" me servían, porque me daba miedo que alguien los leyera. Incluso en el papel mentía, omitía, usaba sobrenombres o pronombres. Hoy miento cuando escribo, hasta en archivos de word encriptados (paranoica, ¿yo?). Por eso hoy rindo homenaje a los desconocidos de cada día.

Geno, si cruzas esto, te debo un mail. Charlar ya no necesito, pero muchas muchas gracias.