viernes, noviembre 17, 2006

Huesos, piel y sal

Pasé el peaje, llegué a La Petrolauquen y pisé el suelo de Trenque con un grito de alegría y emoción ahogado en la garganta.

Hace dos años que cada algo así como dos meses hago este viaje de vuelta a mis pagos, y la sensación nunca cambia.

Es bueno volver a casa.

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