domingo, noviembre 09, 2008

Como agua para chocolate

A riesgo de que más de un argento mal pensado se ría, mis mejores momentos pasan por la cocina.

La cocina de mis tías, donde aprendí los secretos de la familia, de la preparación de confituras y el horneo de tortas. La cocina de mi casa, con la hornalla siempre prendida bajo la pava, el horno roto, la mesada llena. La cocina de mis amigas en la anticipación de una cena-fiesta-reunión.

Y por sobre todo, la cocina de mi abuelo, siempre grandes, siempre en calma, con esa sabiduría y paz que dan los años y el saber que se está donde se debe. Porque ahí aprendí sobre la paciencia, y a volver a empezar si (y cuando) algo (o todo) sale mal. Y a cocinar con amor.

Porque desde la receta a comprar los ingredientes, a cortar y preparar y luego cocer, todo el ritual es una tonada pacífica y sin pretenciones, que olvida todos los problemas de mundo. Preparas para otros, y es un acto de cariño y sevicio.

Como en el libro "Como agua para chocolate" desde la receta y la comida se cuenta la vida, desde cada cocina en que estuve puedo recordar la mía.

2 comentarios:

P4NCH1 dijo...

Impresionante como en estos ultimos posteos has cambiado tu manera de escribir, para pasar a ser una escritora q lleva calma y sonrisas al que lee tus escritos ^_^

Salu2 Na. Con suerte nos vemos éste finde :D


[P4NCH1 - Back in Race]

Anónimo dijo...

este posteo se lo pase al abuelo. Quedó chocho.
viviana