Leía este post y pensaba en mis abuelas, que de alguna manera no son del todo abuelas. No sé si se entiende del todo, pero es así.
Mi abuela paterna es una mujer de 65 con un cuete en el culo, y yo soy tranquila como el agua. Es muy lindo viajar con ella, pero nunca tuve una relación de apego importante como mi prima. Puede que sea porque lo normal para las madres es encargarles sus chicos a sus propias madres cuando tienen que hacer algo, y que no haya pasado el suficiente tiempo de chica con ella para "pegotearme". O porque sí, porque era así como puede llegar a ser nuestra relación. No puede ser mi abuela porque se parece más a una tía frenética.
Mi abuela materna es bipolar. Mis primeros recuerdos de ella son tan opuestos como las fases de su enfermedad: Salir a pasear con ella, las "ranchaditas", mi abuela con una chancleta en la mano, lista para darnos una paliza a mí y a mi hermano, Fran y yo escondiéndonos detrás de un ropero para que no supiera que estábamos en la pieza... De chica intuía estas contradicciones que me hacían balancearme entre el amor y el odio de forma constante. De grande me volví neutral. Neutral como es una desconocida. Hace tiempo que descubrí con dolor que en mi mente no sé separar que es mi abuela y qué su enfermedad. Decidí por ende descartar el asunto.
Tengo otra abuela, que no es abuela pero que para mí es más que las otras. Me pasa recetas, me cuenta historias familiares, me presenta parientes lejanos, me mima, me abraza y se deja mimar, abrazar y cuidar por mí.
Mi abuelo paterno es un ente. Un nombre que cada vez que ronda la casa implica un mini (y ni tanto) caos momentáneo. Mi único recuerdo de él de la niñez es de una vez que vino a casa para navidad y de regalo me dio un Papá Noel que caminaba si le dabas cuerda. Mamá tuvo que decirme que era el abuelo. Mi viejo no estaba por ningún lado.
Mi abuelo materno fue uno de los héroes de mi niñez. Dolió crecer para ver sus defectos, y me dio mucha satisfacción descubrir algunas cosas geniales que no sabía o no me daba cuenta. Con él aprendí a ser paciente mientras me enseñaba a cocinar. Y ordenada. Y limpia. Y laboriosa, pero con gusto, como sólo los chicos jugando a trabajar lo pueden ser.
Pero igual soy un bicho raro, porque todos mis abuelos están vivos, y encima tengo una bisabuela, y tías abuelas, y tías bisabuelas... Toda una gama para encima elegir abuelas postizas. Y abuelos no necesito más. No me puedo quejar.
Banda Sonora: Wind cries Mary - Jamie Collum.
viernes, julio 14, 2006
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