Anoche, 3 y pico de la mañana, terminé Unwind, mi cuarto libro escrito por Shüsterman.
Me fui a la cama, la nariz tapada de mocos, la garganta inflamada, los cachetes salados, y me hice un bollito abajo de las frazadas.
Hoy me levanté y empecé a limpiar. Puse la música que más me gusta.
Perturbada. El cerebro me hace ruido. Unwind no me suelta.
Alguien alguna vez dijo que el trabajo de un buen libro no es tener respuestas sino hacer las preguntas. Bajo esa consigna, éste es un excelente libro. Lo cerré con la cabeza llena de incertidumbres donde pensé que había tomado mis posturas, el espíritu intranquilo por los parecidos entre el mundo real y ese tan increíble, la conciencia un poco sacudida. Las ideas desalineadas, las emociones desarregladas. Toda descolocada.
Me siento desgranada. Un poquito rota. Sin respuestas, y extrañamente en paz con admitirlo: no sé.
Me voy todavía abatida, batida? debatida? devastada? desbastada?