miércoles, agosto 01, 2007

Una menos, una más.

Los últimos 3 días fueron un rally de estudio casi desesperado.

Me levanté hoy a las 5 dispuesta a leer las 60 páginas sobre uso racional de la energía que me habían quedado pendientes, mientras me preguntaba si era cuerda la idea de presentarme. Pensaba que si un profesor se enterase que había estudiado durante dos días para un final, me desaprobaría sin darme chances, así que me consolaba con la idea de que los dos días me habían rendido por 30 horas de estudio netas.

Ya jugada, me senté tipo 7 en la compu para buscar en la net algún modelo de final. Casi me agarra un ataque de pánico, porque en 5 preguntas te paseaban por todo el programa, y con alguna te hacían siempre un chiste de mal gusto onda "Despejar la fórmula de Torricelli a partir del principio de Bernoulli" o "Graficar la curva de aislación" (que se ve como una recta).

Y en eso estaba cuando se me ocurre chequear de nuevo la hora del parcial. Yo venía convencida de que era a las 9:30. Pero convencida mal. Tanto que razonaba que era normal, porque la cursada empezaba a las 9 y la media hora era un changüí usual en los parciales. Pero no, no, no y no. La hora, ahí puestita en la página de UBA, decía que no, que a las 9:30 no era el final, que era a las 8:30. Y yo que miro el reloj de la compu y veo 7:30.

NOOOOOOOOOooooooo!!!

La "o" me seguía por donde corría, mientras cazaba la mochila y entraba a meter libro, apuntes, cartuchera, celular, fibras, regla, calculadora y la libreta... ¡¿DONDE ESTÁ LA LIBRETA?!. Salto, revuelvo. ¿Donde?. Reviso una pila de hojas. ¿Donde?. Miro el ropero, me fijo entre la ropa, abro los cajones. ¡Donde carajo esta la puta libreeetaaaaa!... ¡Ah! ¡Sí! ¡La puse arriba de la heladera para que esté a mano! (...).

Salgo rajando después de vestirme, lavarme los dientes y atarme el pelo. En la estación del subte a las 7:55 y milagrosamente a las 8:03 ya en Plaza Italia, rezaba porque el 37 no remoloneara y apareciera en menos de 5 minutos o estaba en el horno. Y mientras seguía leyendo parada, y con una fibrita rosa en la mano iba marcando lo importante. La imagen del estudiante jugado.

El 37 vino, y hasta bastante vacío. Eso es lo único bueno de tener que ir a ciudad durante las vacaciones de invierno. Y a las 8:21 estaba parando en el tercer pabellón. A velocidad supersónica recorrí la entrada y subí los 6 tramos de escalera, y a las 8:23 estaba en la puerta del aula (Safe!!).

Miro alrededor, y el piso estaba minado de gente tirada leyendo apuntes con caras que iban de la concentración a la descompostura. Me siento yo también, bien cerquita a la puerta, y saco mis resúmenes para hacer un último repaso, mientras pienso que como somos muchos, de desaprobar vamos a ser unos cuantos. El consuelo tonto de sentirse acompañado en la desgracia, viste.

Aparece un grupo de profesores y uno grita "Los que viene a rendir Textil I, síganme al aula" (síganme los buenos). Y ahí van y se levantan todos, che. Una soledad en el pasillo...ni uno queda. O sí, queda una chica, sentada del otro lado de la puerta, que mira, con la misma angustia que creo que debo mostrar yo en mi cara, como desaparece la masa de examinados. "¿Rendís Física?" "Sí (frenética) ¿Somos dos nomás? No puede ser que seamos dos nada más ¿Y si los tipos quieren ahorrar tiempo y nos toman oral? (verde)" NO ME DIGAS EEESOOOO (hasta yo me contagiaba del color).

Aparece un flaco "¿Rinden Física?" "¡Vamos que somos tres!" "Igual somos pocos ¿Y si toman oral?" "Nahhh, no toman oral. Espero aprobar. Ya cursé Instalaciones I y II, si desapruebo le digo al tipo ese que él está muy equivocado. Ya es la tercera vez que voy a rendir este final"
NO ME DIGAS EEESOOOO. La otra flaca, violeta estaba ya para estas alturas.

Llegan los profesores, entramos al aula por la puerta del oootro lado, y con nosotros entran dos, no, tres flacos más. Seis boludos rindiendo el final en un taller que normalmente alberga a 200 estudiantes durante la cursada. Los profesores se instalan en una mesa, y como una especie de efecto repelente por pánico, todos seguimos caminando más y más lejos de donde los tipos dejaron sus cosas. En un momento largué la carcajada y, diciéndole a la flaca que esto ya era ridículo, me planté en una mesa a medio camino.

Entro a sacar las cosas, y me doy cuenta que en alpuro me olvidé las hojas sobre la mesa. Le pido unas a la flaca de antes y empezamos. Para esto eran como las 9. Hasta las 11 teníamos tiempo.

A mitad del final resuelto, le pregunto la hora a un profesor. Las 10 y yo me re meaba. Porque en el rally de salir de casa no fui al baño. Terminé ese final desesperada, pero hice control mental y me tomé el tiempo para completar un detalle por acá y por allá en unas respuestas y revisar todo.

Entrego, y los tipo me dicen que me quede cerca del aula que ya corrigen y dan la nota. Yo salgo disparada. Qué cerca ni qué nada. Para cuando vuelvo, más aliviada y con un café en la mano, veo que ya no hay nadie rindiendo. Al ratito aparece el catedrático por un pasillo, y antes de entrar al salón se me planta adelante y me pregunta quién soy. Le digo. "Ah, si... excelente, la verdad. Ex-ce-lente"

Waaaaaa un nueeeveeeeee. Si me ponías música, te bailaba la conga.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

XD

Lo de la conga hay que verlo.
Un nueve en fisica.. hay que adorarte como a un moai :we`renotworthy:

Felicitaciones!

Danbat dijo...

Impresionante. Me hizo recordar mis lejanos años de estudio, solo que los míos fueron mucho más livianos. Metele un par de descripciones de los edificios o lugares (para los que no conocemos) y tenés un cuento de terror/suspenso.

Naty dijo...

Qué terrible!! Yo pensé que era gracioso!! O será que me estoy volviendo demasiado cínica?